"Un Cuento para Aceptar y Comprender"
"En un viejo reino de una antigua ciudad, un anciano, solitario y silencioso, vivía en una pequeña casa excavada en la piedra a la salida del poblado. Su existencia era más que sencilla: se levantaba en la mañana cuando el sol salía, se preparaba algo para comer y luego bajaba al pueblo, a mendigar. No hablaba con nadie (más que para agradecer la limosna) y nadie hablaba con él. Cuando había conseguido las monedas que necesitaba para comprar la comida para ese día, regresaba a su casa, de la que no volvía a salir hasta el día siguiente.
Una tarde, mientras el anciano se quitaba sus raídas sandalias, golpearon a su puerta.
Al abrir, un joven irrumpió en el cuarto y cerró la puerta tras de sí, poniendo el pasador para asegurarla.
-Por favor, protégeme...-dijo la muchacha-, me persiguen los soldados del rey. Escóndeme... por favor...
-Quédate tranquila- dijo el viejo-. puedes descansar un poco en la casa antes de seguir viaje a la tuya...
-No lo entiendes... No puedo volver a la mía... Mi padre es el rey, y es él quien me busca.
El anciano no dijo una palabra.
Se dió la vuelta y agregó un poco de agual al caldo para poder compartirlo con la joven.
-Mi padre no acepta que yo me haya enamorado de un soldado de la guardia. Los dos pensábamos fugarnos, pero ahora hemos descubierto que estoy embarazada y él se ha asustado mucho y ya no quiere seguir adelante. No tengo donde ir... Por favor, deja que me quede contigo. No molestaré, te lo prometo...
-Está bien...-dijo el hombre- está bien.
Durante meses la jovencita vivió en la casa. Salía sólo de noche para encontrarse con su novio, el soldado. El anciano mendigaba para los dos, juntaba abrigo para los dos y escuchaba pacientemente las quejas de ella acerca de su mala suerte.
Una tarde la joven se marchó, sin decir una palabra.
Cuando el viejo llegó y se dió cuenta de que se había ido, sólo dijo en voz alta:
-Está bien...está bien.
Dos días después, los soldados entraron casi tirando la puerta abajo.
-¿Cómo te atrevistes a raptar a la hija del rey?-le preguntaron-¿Estás loco? Ella ha contado cómo la tuvistes prisionera y cómo consiguió escapar. Ahora el rey nos ha mandado aquí para que te demos una lección que nunca olvidarás.
Los soldados golpearon al anciano hasta cansarse y rompieron en pedazos las pocas cosas que había en su pobre casa.
-¿Qué tienes que decir?- preguntó el jefe de la guardia.
-Está bien... está bien- dijo el viejo.
Algunas sorpresas más le esperaban...
Cuatro meses más tarde los soldados volvieron y se lo llevaron a la rastra a palacio.
Allí el rey lo hizo traer ante el trono.
-Mi hija me ha contado que tuvistes la infamia de violarla y dejarla embarazada, maldito seas viejo demonio. Me gustaría matarte con mis propias manos. Pero sé que no me conviene. Ese bastardo hijo que lleva mi hija en su vientre nacerá pronto. No puedo evitarlo y ella no me dejaría matarlo. Así que tú, escoria, te harás cargo del niño. Y será mejor que nunca reveles su origen porque entonces te cortaré la lengua y te quemaré los ojos. ¿Entiendes?
-Está bien...está bien...- repitió una vez más el anciano.
En efecto, cuando el niño nació, una sirvienta de la princesa metió al bebé en una rústica canasta y lo dejó en la casa del viejo.
Sin decir palabra, el anciano se hizo cargo del bebé. Lo cuidó. Lo alimentó. Lo educó. Y se ocupó durante cinco años de que nada le faltara.
Una mañana muy temprano, golpearon en la puerta del viejo. Era la princesa. A su lado, un joven y apuesto soldado la sostenía del brazo con la cabeza gacha.
-He tomado coraje y le he contado a mi padre toda la verdad- dijo la mujer-. Él me ha perdonado y ha autorizado nuestra boda.
En el silencio, el viejo miró al niño, como sabiendo lo que seguía.
-Venimos a llevarnos a nuestro hijo. Él es futuro rey... y, como comprenderás, no puedo seguir viviendo aquí.
El anciano puso con mucha suavidad un abrigo sobre los hombros del muchacho y lo llevó de la mano hasta sus padres.
El joven soldado hizo ademán de decir algo, pero el viejo le indicó con un gesto que no hablara, mientras repetía:
-Está bien...está bien.
(Cuento extraído de "El Camino de la Espiritualidad" Jorge Bucay.)
Joé! Un cuento genial! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarTe dejo una cancion, a la que estoy "enganchado" esta semana: Palabra por Palabra de Marwan. Sale hasta tu querido Peter Pan xDDD
http://youtu.be/TKbCNgeeP8g
Suerte!
Graciass por tu comentario y tu recomendación. Pondré en este blog, por que desde luego hace falta darle la vuelta al Mundo. Hay mucha gente que le confunde la noche, que mienten por no decir la verdad, se endulzan para no afrontar los golpes de la vida. Y tenemos que ser conciente de ello, por que el azúcar y lo demás en exceso al final nos acaba perjudicando. Creo que es fácil y posible que Peter Pan visite las favelas, es cuestión de querer. Saluditos quien quierás que seas, supongo que me conoces y sabes lo que simboliza, Peter Pan en mi vida.
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